domingo, 11 de enero de 2015

La comunicación del riesgo en tiempos del Chikunguña

Se ha generado alguna controversia por la expresión del Presidente Santos respecto a que “el Chikunguña no mata”; afirmación realizada en el contexto de la reunión realizada hace pocos días con alcaldes, y el taller de periodistas en Girardot; municipio del alto Magdalena donde el brote se encuentra en fase expansiva de la epidemia.
Es necesario afirmar que la declaración del presidente es del todo correcta y representa el mensaje que desde lo que en salud pública se denomina comunicación social del riesgo, se debe transmitir a la comunidad; veamos por qué.
Desde el punto de vista técnico es evidente que la mortalidad del Chikunguña está asociada a la presencia de otras enfermedades y la afectación de grupos particulares de riesgo (ancianos, mujeres embarazadas, recién nacidos, personas con malas condiciones de salud). La evidencia muestra cómo en los 44 países de América donde la enfermedad es emergente, la mortalidad se asocia a la presencia de enfermedades cardíacas, respiratorias y síndromes de muerte en recién nacidos donde la causa principal es aquella que origino el deceso, no el Chikunguña.
El Ministerio de Salud presentó desde hace meses una proyección donde se estimó que en la fase epidémica el país iba a presentar 670,000 casos de enfermedad, una cronicidad del 15% (casos con curso clínico de más de tres meses) y una probable mortalidad del 0.000022%. Al aproximar, efectivamente el cálculo de la mortalidad es cero.
A ello hay que agregar varios ingredientes:
1.     El Chikunguña es una enfermedad muy reciente y poco estudiada. Las estimaciones de morbilidad y mortalidad están basadas en la epidemia de la Isla Reunión donde la virulencia de la enfermedad fue alta.  Obviamente, tanto las condiciones particulares de esa población (genéticas y sociales), como su entorno ambiental son difíciles de trasponer a otras latitudes.
2.     Los determinantes sociales son diferentes en cada sociedad o comunidad y afectan las condiciones de la epidemia y el curso de la enfermedad. De hecho, la proyección de Colombia que fue realizada con los datos de República Dominicana, únicos disponibles en las Américas, ya ha sido ajustada en cuanto a la duración de la fase epidémica. La existencia de barreras naturales y la extensión de nuestro país ha afectado el curso de la epidemia. Ha sido más lento y focalizado que la progresión presentada en las islas del Caribe.
3.    No conocemos a cabalidad las condiciones de virulencia, en el continente, del  serotipo del virus Chikunguña que nos está afectando, el serotipo Asiático, frente al Oeste Africano, y en particular el Este Central Suráfrica, que afectó a Isla reunión y sobre el cual se han hecho las estimaciones de morbilidad, cronicidad y letalidad.
De  manera que a las proyecciones siempre se les debe considerar considerar lo que son: estimaciones. En el caso del Chikunguña la historia de la epidemia todavía está por escribirse y si los reportes de menor virulencia en nuestro continente que ha hecho la Organización Panamericana de la Salud se confirman, podemos esperar un curso epidémico de baja intensidad, lo cual no excluye alguna muerte atribuible a la enfermedad en los certificados de defunción; particularmente casos aislados donde no se logre investigar a cabalidad las causas del deceso, o donde los límites de la evidencia científica no permitan asociar alguna causa básica.      

Esto no invalida el mensaje del presidente. El país tiene que tener claridad sobre la  enfermedad y darle la justa dimensión para evitar situaciones de pánico, que son algunos de los eventos más nocivos en la salud pública. Todos los medios de comunicación deben entender que los sesgos y énfasis mal puestos en las noticias de salud pública pueden llevar a la afectación de la comunidad y que en la salud pública lo importante no es la noticia sino el mensaje. Esto es esencial en su responsabilidad social frente a la comunicación en salud.

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